Recordarse

Coordinación de Grupos *Acompañamiento Individual

*Consultoría en PNL

“En la acción de conocerse a uno mismo hay inteligencia.”

J. Krishnamurti




En la observación de sí, es menester distinguir entre los eventos exteriores y los estados interiores y observar dónde se está situado, tanto en relación con el estado interior como con la naturaleza del evento exterior. Los eventos exteriores son de cualquier clase. La vida exterior no es una suave hoja de papel sobre la cual nos arrastramos como hormigas. Está llena de sierras y valles, de buen tiempo y mal tiempo. Esta es la naturaleza de la vida pero, por regla general, todos los sucesos que consideramos excepcionales, o al menos desagradables, son la enfermedad, la guerra, etc. La vida es una serie de diferentes acontecimientos que se suceden, en mayor o menor escala, y salen al encuentro del hombre, y cada acontecimiento posee su naturaleza especial. Y los estados interiores son asimismo de distinta clase. Todo el trabajo personal se refiere a los estados interiores y ya habrán oído hablar de los estados equivocados que. es preciso modificar y no identificarse con ellos. Si ustedes trabajan sobre estos estados equivocados y tratan de apartarse de ellos, entonces los sucesos desagradables de la vida no los tocarán, por así decirlo, con tanta facilidad, y no les extraerán su fuerza. Los eventos son influencias que cambian a cada momento en sus variadas combinaciones; algunos son mejores que otros, pero en este nivel inferior del universo donde estamos todos deben aceptarse conscientemente, aunque algunos de ellos son muy peligrosos y es menester no identificarse con ellos de ninguna manera. De lo que se acaba de decir, queda claro que se debe considerar la vida como una sucesión de estados interiores, y una verdadera historia de nuestra vida debe ser una historia de esos estados y en especial de nuestras emociones negativas. 
Vivir empero en este amplio mundo interno sólo accesible a cada persona a través de la observación de sí y siempre invisible a los demás es el peor crimen que se pueda cometer. Por eso este trabajo empieza con la observación de sí y el descubrimiento de los estados equivocados en uno mismo y con el trabajo para contrarrestarlos. De este modo la vida interior se purifica y puesto que ella atrae nuestra vida exterior, debido al cambio de nuestros estados interiores, al no alimentar a unos y al alimentar a otros, alteramos asimismo no sólo nuestra relación con los eventos provenientes del exterior sino también con la naturaleza de los eventos que nos llegan día tras día. Sólo de este modo podemos cambiar la naturaleza de los sucesos que nos ocurren. 
No podemos cambiarlos directamente, pero podemos cambiarlos a través de los estados cambiantes, es decir, empezando a poner orden en la desordenada casa donde vivimos. No son los sucesos cotidianos los que tienen importancia como haber perdido algo o que algo le haya ido mal o que alguien lo haya olvidado o le haya hablado con grosería, sino su reacción a todos ellos, es decir, en qué estado de sí estaba usted, pues es allí donde radica su verdadera vida y si sus estados interiores eran apropiados nada en la naturaleza de los estados exteriores puede dominarlo. 
Trate pues de distinguir, como ejercicio para vivir más conscientemente, entre los estados interiores y los eventos exteriores, y trate de enfrentarse con cualquier suceso exterior, después de haber observado su naturaleza, con la actitud interior apropiada, con el estado apropiado. Si no puede, reflexione luego acerca de ello. En primer lugar, trate de definir la naturaleza del evento y observe si ese género de evento le sucede a menudo y trate de examinarlo más claramente en términos tales como "Esto se llama llegar tarde" o "Esto se llama perder cosas" o "Esto se llama recibir malas noticias" o "Esto se llama sorpresa desagradable" o "Esto se llama trabajo duro" o "Esto se llama estar enfermo".  Empiece de esta manera sencilla y pronto verá cuan diferentes son los sucesos personales, y cómo nuestra vida exterior está cambiando todo el tiempo, y lo que no podía hacer en cierto momento, lo puede hacer en otro.  Porque los eventos se asemejan al abrir y cerrar de las puertas.  Entonces será capaz de ver, respecto de los pequeños sucesos de la vida cotidiana, qué eventos fueron parcialmente provocados por usted, y qué eventos son accidentales, y así sucesivamente.  Luego reflexione sobre su estado y en qué estado se enfrenta usted con algún evento característico y si ese estado es el instrumento apropiado que es preciso usar, el billete apropiado que es preciso ofrecer, el método idóneo que es preciso emplear para ese suceso.  Respecto de muchos eventos es menester aprender a ser pasivo, por ejemplo, no reaccionar en absoluto, no hacer nada.  Mas la pasividad exige una fuerte actividad interior de conciencia, para impedir que cualquier reacción mecánica tenga lugar cuando el evento, al entrar como una impresión mecánica, toque la maquinaria puramente asociativa de la mente y el sentimiento que equivocadamente consideramos como nosotros mismos.

Maurice Nicoll
Vol. I
               

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