Recordarse

Coordinación de Grupos *Acompañamiento Individual

*Consultoría en PNL

“En la acción de conocerse a uno mismo hay inteligencia.”

J. Krishnamurti




 Eliahu
En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo Eliahu de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.
Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar a sus camellos y vio a Eliahu transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
- ¿Qué tal anciano? La paz sea contigo.
- Contigo - contestó Eliahu sin dejar su tarea.
-¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
- Siembro - contestó el viejo.
- ¿Qué siembras aquí, Eliahu?
- Dátiles - respondió Eliahu mientras señalaba a su alrededor el palmar.
- ¡Dátiles!! - repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez comprensivamente. - El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
- No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
- Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?
- No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso ¿qué importa?
- Mira amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
- Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
- Me has dado una gran lección, Eliahu, déjame que te pague con una bolsa de monedas  esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto Hakim le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
- Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto, y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
- Tu sabiduría me asombra anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección con otra bolsa de monedas.
- Y a veces pasa esto - siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas - : sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseché no solo una, sino dos veces.
- Ya basta, viejo, no sigas hablando. si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda me fortuna para pagarte...
                                                                       ANÓNIMO

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