SOBRE LA EXIGENCIA, 
LA INTOLERANCIA, LA ANSIEDAD...

*Es necesario comprender que este tipo de acciones internas pertenecen a una serie de emociones que están relacionadas entre sí por la incapacidad de retener; compuestas por la misma sustancia.

El que exige no puede esperar, tiende a hacer todo por sí mismo, no da lugar al tiempo que lleva el proceso; por lo tanto aparecen el enojo, la ansiedad, la intolerancia, etc., todas hijas de la rigidez mental y emocional

- ¿Puede el silencio resolver este tema? 

*El silencio nos daría el espacio y en  el espacio hay tiempo para reflexionar, así, se distiende la zona con poca capacidad para retener los sucesos. 

- ¿Qué cualidad habilitaría a la retención?

*Sin  atención no hay aprendizaje, sin entrega no hay aprendizaje alguno.

Para que haya desarrollo, debemos querer, y querer involucra a la emoción, debemos querer primero.

El que exige en general, no se permite sentir, tampoco puede escuchar, sólo expulsa fuera de sí,  porque no puede metabolizar, debido a la estrechez de su aparato catalizador de emociones y también  la poca flexibilidad de la mente.

Es  preciso querer, sentir, para dar lugar a la flexibilidad del cuerpo emocional.

Las grandes provocaciones de la vida son lo único que se puede esperar mientras no se tome “conciencia de sí”.

Sólo un impacto en la emoción nos hace dar cuenta de las propias rigideces.

- ¿Quién está capacitado para no sufrir?

*El mismo proceso interno del ser humano le indicará cuándo será posible liberarse del sufrimiento.

Dijo el Maestro: ¿puede aquel que no haya perdido tiempo no ser exigente?

Una vez que se da  lugar a retener el hecho, a captar y reflexionar sobre  la circunstancia que le hacía reaccionar, (se permita a sí mismo recibir), comenzará luego  a “usar el tiempo”, no a consumir tiempo con la mente,  sino a poner en práctica lo que pensó,  a extenderlo en su vida, entonces comienza a Vivir.

E inicia a tornar transparente la emoción, pudiendo ver a través de ella.

Cristina Morey

(Imagen: Impatiens)